Título de La Nación - 01/12/2024 02:06:03

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Análisis. Qué negocian Javier Milei y Cristina KirchnerPor Joaquín Morales Solá

La aritmética judicial, que no es nunca una ciencia exacta, le indica a Cristina Kirchner que con un poco más de presión al Gobierno podría conseguir una teórica mayoría en la Corte Suprema de Justicia. Si lograra cambiar el nombre del prestigioso académico Manuel García-Mansilla, propuesto ya por Javier Milei, por el de la fanática cristinista María de los Ángeles Sacnun, una exsenadora santafesina que perdió la banca en 2021, podría sumar a esta los nombres de Ricardo Lorenzetti y eventualmente el de Ariel Lijo. Tres contra dos en el tribunal más decisivo del país, que está integrado por cinco jueces. Habrá que ver después qué harán Lorenzetti y Lijo, si este llegara a una de las poltronas más empinadas de la Justicia. Pero Cristina Kirchner nunca pierde la esperanza de controlar al Poder Judicial, ya sea promoviendo proyectos de leyes que lo desnaturalizan o negociando cargos para que los ocupen jueces que en principio le responderían. Sacnun es recordada en Santa Fe porque contribuyó a aprobar en el Senado nacional una ley regulatoria del biodiésel, cuando su provincia es la mayor productora nacional de ese combustible. “El voto de Sacnun lo decidió no el texto del proyecto, que afectaba a muchos productores santafesinos, sino porque Máximo Kirchner lo firmó”, recordó la actual senadora santafesina Carolina Losada, para probar el grado de sometimiento de Sacnun a Cristina Kirchner; no es raro que la expresidenta quiera ver ahora a Sacnun en la Corte. Cristina Kirchner se encamina a estar permanentemente en los próximos días, y también en los próximos años, en la agenda de la Corte, siempre por causas que la juzgan en gran medida por prácticas corruptas. ¿Será ella la que ayude a Milei a integrar un inapelable tribunal que la juzgará? El conflicto de intereses que afecta a la expresidenta está expuesto, mientras las constancias de una negociación entre el Gobierno y el kirchnerismo son más que evidentes. “Santiago Caputo habla con todos, todo el tiempo. Los acuerdos con el kirchnerismo son hasta palpables”, aseguró uno de los principales dirigentes del desairado Pro, autor inicial, aunque no final, del proyecto de ficha limpia que naufragó el jueves en la Cámara de Diputados en medio de una miserable serie de deserciones políticas. Cuidado: las sociedades perdonan los cambios políticos y hasta las traiciones, pero nunca las deserciones. Esta vez Martín Menem tuvo razón cuando levantó la sesión a la hora justa, porque faltaban 13 diputados, no uno como sucedió la semana anterior. De esos 13 diputados que desertaron, ocho son de La Libertad Avanza, el partido del Presidente. Fue el oficialismo, entonces, el mayor responsable de que no hubiese sesión de los diputados para establecer un sistema que habría hecho imposible que los políticos corruptos se protegieran en los fueros parlamentarios. La afectada más destacada por esa ley hubiera sido Cristina Kirchner, pero no tenía por qué ser la única. Dos días antes, la señora de Kirchner le había enviado una prueba de amor al Presidente cuando autorizó a la senadora Lucía Corpacci, tan cristinista como Sacnun, a firmar el dictamen de la Comisión de Acuerdos en favor del juez Lijo como miembro de la Corte. Vale la pena hacer un paréntesis: ¿cuándo pedirá licencia Lijo como juez federal? Ya no está en condiciones de juzgar a funcionarios del gobierno de Milei ni a ningún senador nacional porque en manos de todos ellos está su discutido ascenso a la cima del Poder Judicial. Si, en cambio, fuera nombrado por decreto en comisión como integrante del máximo tribunal, Lijo deberá renunciar como juez federal. El conflicto de intereses que acorrala a Lijo es tan riesgoso como el de Cristina Kirchner.

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